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"Si tuviera dinero, sería gorda" M. M. G., 2008, Londres

01 diciembre 2008

Yo también. 

Esta semana tengo exámenes, así que no se como me irá el ritmo de actualizaciones, pero de aquí al fin de semana os iré poniendo algunas cosas del viaje transoceánico celebrando acción de gracias. 

Y como primer post, y siempre respetando el copyright de una frase que si me la atrivuyese a mi mismo, nadie sospecharía nada... toca hablar de comer. 

Bueno no. De Disfrutar comiendo, que hay un mundo. Porque comer, lo que se dice comer entendido como el proceso de ingesta de nutrientes, pues lo hago todos los días. Disfrutar comiendo no.

Este fin de semana... he disfrutado comiendo. Cosa mala. Bueno, lo gracioso es que no solo comiendo. sino también mirando cosas de comer. Porque cuando uno viaja, va a ver lo que le gusta. Así que ni cortos ni perezosos, este fin de semana, a parte de una visita a un par de museos y puntos culturales de visita obligada que teníamos pendientes... nos hemos dedicado a hacer un tour gastronomico por londres. 

Dicen que los ingleses comen mal. Se equivocan, comen con el culo normalmente. Pero cuando se ponen se ponen. Y donde ellos no llegan, alcanza la siempre larga mano de la población inmigrante. 

Empezando el tour... la primera parada fue Fortnum & Mason, un centro comercial con suelo de moqueta, mucha madera oscura y abriguitos de visión (;-) en el que se puede encontrar de todo. Y por de todo... quiere decir de todo, desde melocotones de calanda (José Javier, los vendes baratos, que son los mismos que los tuyos), a litchis a 50 euros el kilo. Pasando por cosas más mundanas, como mermelada de mulberry, que con solo mirarla se te hacía la boca agua. O pasteles de Zanahoria, que quedan a la altura del betún de los que hacemos en casa... pero aquí quedan tan... british, que te comerías cuarto y mitad de una sentada. La parada duró media hora. No pudimos aguantar más. Tuvimos que salir babeando. a chorro fino. 


Siguiendo con la ruta, decir que he tomado mi mejor hamburguesa americana. La parte mala, que me la he tomado en londres. La buena, que está que te cagas. El sitio creo que ya lo había mencionado antes, se llama Dollar Bar y es un sitio en dos pisos, planta calle y sótano, el primero ristorán y el segundo cocktail lounge. Y como siempre, los dos más jóvenes, los servidores. Cosa que no me extraña, porque no nos tomamos una copa, que llegamos a hacerla y ahora estaría en una bañera llena de hielos con una cicatriz en el medio costado. Yo otra cosa no, pero tener que pagar en carnes, pues como que no. 



Y por tópico que parezca, la cocina italiana se salva de la quema con bastante dignidad. entre el centenar de pisajat, domino's pizza, etc... y la miriada de restaurantes en plan Ginos, de manteles a cuadros y lambrusco peleón... si te sales un tris del circuito turístico y te metes en los barrios donde los de londres viven, encuentras sorpresas la mar de gratificantes. Ambas dos en italiano, en sentido literal, pues hasta los camareros son italianos. 

El primer sitio, Carluccio's. Una pequeña cadena de restaurantes que se está montando en el pound: camareros italianos, carta italiana y un gusto por los platos sencillos que te cagas. Eso si, no se lleva el diez porque a mi pera cocida al vino le faltaban tres minutos de coccion (suena repijo... pero es que era el especial del día y salía bien de precio).

El segundo, STRADA. Fue de rebote. Ibamos a un restaurante que está en la trastienda de una quesería (que luego os explico) y acabamos comiendo ahí. Muy digno. Muy agradable. y muy rico.


Yo también. 
La clave para ambos sitios: Si ves que los italianos entran a comer ahí, tírate de cabeza, porque seguro que lo hacen bien: en ambos sitios no recuerdo haber visto menor concentración de angloparlantes por metro cuadrado en los últimos cinco meses: franceses, italianos, españoles, ingleses que querían hablar italiano... oiga, un gustazo :D.

Y para concluir por hoy... un cartucho que guardamos en la recámara. La Fromagerie.  Llegamos a ella por casualidad guiados por el olor a queso rico rico. Entramos y a un servidor casi le da un patatús. De todo. Desde judías verdes a jamon ibérico (al lado del prosciutto, que se le va a hacer), pasando por magdalenas, espinacas y queso, mucho queso. El caso es que en la parte de atrasn junto a los vinos, tenían montado un tinglado en plan el montal, pero de andar por casa: tres mesas, cinco platos y tres postres. Bien de precio (si no incluyes vino, todo sea dicho, que semos estudiantes y bebemos auga'elgrifo), acogedor. y sin esa sensación de clónico, que me tiene hasta los cojones, de los EEUU, donde hasta los kioskos de prensa son franquicias. Es que me sentí salvando las distancias, como en casa. Bueno, más en casa me sentí en el local del al lado, que es una carnicería como dios manda. La primera que veo en... seis meses. 




Para amanha o al otro... más

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