hojas verdes en los arboles

todos los dias, camino de la facultad, paso por el estanque central del campus y, pese a su creciente mal estado, me he parcatado de que ya está aquí, ya ha llegado... la primavera.
Zaragoza es una ciudad preciosa en primavera, no hace demasiado calor y el viento suave te permite ir por la calle y disfrutar del dia como en ninguna otra epoca del año es posible (hasta puedes ir contando las zanjas que a tu paso se abren en la acera, haciendo del paseo una mision propia de la Ruta Quetzal...).

Es la luz, el verde de los arbolillos (y de los semaforos, que conste... que si te pones a contar, estos últimos ganan por goleada) y que la gente sale del letargo invernal lo que hace que uno mismo se sienta vivo.. con ganas de montarse un chiringuito en las Bahamas o de, que diablos, irse con los porreros al parque a disfrutar de la vida como solo ellos parecen saber hacerlo.

Ayer mismo, sin ir más lejos, tomado algo con un amigo, Carlos para más señas, y yendo por Independencia camino de la Fnac... descubrí qeu ya había cambiado: toda le gente en la calle, en las terrazas.. miran a los demas y el su mirada ves que también lo han sentido: ni astemia primaveral ni leches en vinagre (que por cierto, vaya combinación), lo que ven es lo que siento, que la vida vuelve a nosotros y que, todo sea dicho... vuelve el tiempo de fiesta (y de encontrar nuestro amor, y de viejar, y de ponerme al dia con los putos apuntes y de ayudar mas en casa y de...)